El 2020 fue particularmente complejo en todos aspectos debido a la pandemia de COVID-19. Las empresas se vieron desestabilizadas por el duro golpe económico que la mayoría de los sectores enfrentaron, por el cambio abrupto en su manera de operar debido a las restricciones de presencia de personal y a nivel humano, por las afectaciones emocionales de sus empleados,
quienes de una o otra forma experimentaron miedo e incertidumbre, ya sea por temor a perder su empleo, a enfermar, por dificultades al tener que compaginar la vida en casa con el trabajo, por el aislamiento social y un largo etcétera. Si bien un poco de estrés puede ser positivo para el desempeño laboral, permanecer en ese estado por mucho tiempo inevitablemente afeta la salud física y mental. Para contrarrestar los efectos negativos de los cambios e incertidumbre a los que nos enfrentamos, es fundamental que los empleadores trabajen en elevar la resiliencia en su equipo.
¿Qué es la resiliencia?
Nadie está exento de atravesar tiempos difíciles, pero solo las personas con resiliencia emocional poseen la capacidad de responder al estrés de manera saludable, pueden navegar a través de la tempestad sin naufragar, reinventar lo desconocido y recuperarse rápidamente.
En lugar de gastar energías tratando de evitar lo inevitable o de mantener las cosas como eran antes, las personas resilientes aceptan el cambio y avanzan a pesar de la incertidumbre. Esta actitud facilita el buscar opciones para salir adelante pese a las circunstancias, e incluso permite ver los problemas como oportunidades para crecer.
Esta característica siempre ha sido importante en el trabajo, pero en los tiempos que corren se vuelve fundamental, no solo por la pandemia, también debido al proceso de transformación digital al que las empresas deben enfrentarse tarde o temprano, en el que habrá que adaptarse a una nueva visión del trabajo.
De acuerdo a una investigación realizada por ScienceDirect, la resiliencia en los centros de trabajo demostró ser una poderosa herramienta que permite a las empresas mantenerse rentables y competitivas durante tiempos turbulentos.
A pesar de que no todos poseen un alto nivel de resiliencia, y esto seguramente ha sido un obstáculo para mantener el buen ánimo y la productividad durante este 2020, la buena noticia es que, al ser una habilidad, esta puede aprenderse y fortalecerse.
¿Cómo construir resiliencia?
El ser humano está programado para ser rutinario, por lo tanto, los cambios pueden ser percibidos como amenazas. De acuerdo con un estudio publicado en 2015, los programas de resiliencia enfocados de manera individual suelen funcionar mejor que la capacitación en grupo. Esto se debe a que cada quién es distinto y responde al estrés de diferente manera.
Sabemos que es difícil entrenar de manera individual a cada trabajador, pero los líderes pueden motivar a que cada de uno de ellos trabaje personalmente la resiliencia siguiendo estos consejos:
- Cuidar de su salud y tomar muy en serio las horas de sueño. Es necesario inculcar la buena alimentación, la actividad física y el descanso, ya que está comprobado que las personas tienen más posibilidades de ser resilientes cuando experimentan buena salud, y al mismo tiempo, cuando se es resiliente se tiene menor propensión a enfermar.
- Cambiar la forma en que vemos los problemas. En lugar de considerar los problemas como amenazas a nuestra rutina y nuestra vida tal como la conocemos, los problemas pueden enfrentarse como desafíos y oportunidades para crecer, de esta forma, el miedo es reemplazado por el entusiasmo y una mente abierta para encontrar soluciones.
- Practicar la autoconciencia. Poner atención a nuestro diálogo interno, analizar qué es lo que más nos atemoriza cuando una situación se sale de nuestro control. Estar en sintonía con las propias emociones, los desencadenantes del estrés y las reacciones experimentamos al sentirlo. Conocerse a fondo permite reunir los recursos necesarios para recuperarse con rapidez.
Hacer frente al cambio puede ser desafiante, y la resiliencia resulta fundamental para recuperarse de las experiencias adversas y para que estas sirvan como una oportunidad de crecimiento y desarrollo de la creatividad.
Texto por: Ana Paula Cuervo y Luis Valladares.
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